Desde hoy comenzaré una serie de breves entregas que llamaré “Un abuelo extraordinario” con el interés de compartir con ustedes de las campesinas enseñanzas, del tierno amor y del extraordinario ejemplo de vida de mi iletrado abuelo materno; Bartolo Sánchez.
www.baitoatv.com Ing. Leonardo Pérez
Una tarde de navidad al visitar la casa de mi abuelo, me sobrecogió la vista ver a mi abuelo tan afanado tratando de cortar los arbustos que por años adornaron los terrenos del rededor de su casa. Con letal intranquilidad le cuestioné sobre lo que hacía, mientras en lo profundo de mis pensamientos no entendía el por qué tomar una fecha tan especial para tan agitadora labor.
Con su típica sonrisa entre los dientes, me miró a los pies al decir “Hoy me dio deseo de plantar cosas nuevas” que osadía me dije, mientras su machete se movía rítmicamente, mis pensamientos obligaron a mi cuerpo a abandonar la resistencia de su mal humorada postura, para ayudarle mientras el ritmo ahora manaba de la coa’.
Pero este año, al ver a mi hijo tomar con sus propias manos las frutas de los árboles que aquella tarde su visa-abuelo sembró, mi subconsciente me obliga a reflexionar sobre su moraleja.
No importa el día, el momento o las circunstancias; siempre hay tiempo para sembrar cosas nuevas y mejores en nuestras vidas, al hacerlo no solo mejoraremos nuestras vidas con abundantes frutos, sino; que mejoraremos la atmosfera futura de nuestros descendientes y con ello el curso de nuestras familias y hasta el de nuestra propia comunidad.
www.baitoatv.com Ing. Leonardo Pérez
Una tarde de navidad al visitar la casa de mi abuelo, me sobrecogió la vista ver a mi abuelo tan afanado tratando de cortar los arbustos que por años adornaron los terrenos del rededor de su casa. Con letal intranquilidad le cuestioné sobre lo que hacía, mientras en lo profundo de mis pensamientos no entendía el por qué tomar una fecha tan especial para tan agitadora labor.
Con su típica sonrisa entre los dientes, me miró a los pies al decir “Hoy me dio deseo de plantar cosas nuevas” que osadía me dije, mientras su machete se movía rítmicamente, mis pensamientos obligaron a mi cuerpo a abandonar la resistencia de su mal humorada postura, para ayudarle mientras el ritmo ahora manaba de la coa’.
Pero este año, al ver a mi hijo tomar con sus propias manos las frutas de los árboles que aquella tarde su visa-abuelo sembró, mi subconsciente me obliga a reflexionar sobre su moraleja.
No importa el día, el momento o las circunstancias; siempre hay tiempo para sembrar cosas nuevas y mejores en nuestras vidas, al hacerlo no solo mejoraremos nuestras vidas con abundantes frutos, sino; que mejoraremos la atmosfera futura de nuestros descendientes y con ello el curso de nuestras familias y hasta el de nuestra propia comunidad. 
