LOS SONIDOS, SABORES, OLORES Y COLORES DE BAITOA.


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Leyendo la novela: La Biblia de los Caídos, del joven escritor español
Fernando Trujillo, me encontré con unas líneas que me rejuvenecieron y transportaron a mi pueblo de Baitoa. Refiriendose a la llegada de unos personajes de la novela a la capital española, el narrador señala: "les recibió un Madrid oscuro y sombrío... con otros sonidos, otros olores. Con sabores distintos". Eso hizo que me auto-cuestionara: Los pueblos tienen sonidos, olores, sabores y quizas hasta colores? Me respondí afirmativamente. Los que nacimos y vivimos gran parte de nuestras vidas en Baitoa, de seguro que recordamos y añoramos infinidades de sabores, sonidos, colores y olores......

Comienzo a enumerarlos: los olores y sabores de las empanadas de María "purguita", de los dulces de Canda en La Cruz Roja y de Jesús en La Lima; de los pollos fritos de Vicenta y Pascuala, de los helados de Doña Mora, los jugos o "mabíes" de Doña Mila y de Negrita. Cómo olvidar los colores y sonidos de las garzas de Primo. El olor y el sabor del mondongo que , debajo de un sol abrasador, pregonaba María "La Pollera"( una mujer que merece un monumento en Baitoa, de eso hablaremos después). El sonido de las bocinas de los carros póblicos guiados por gente que quisimos mucho, pero que de muy pocos de ellos conocimos sus nombres de pila: González, Papote, Mingo, Alejandro, Chendo, Liberato, Fliche, Gino, Gero, Colá, La Flecha, La Cotorra, Mamerto, Reyes, Cilo..... Se que a muchos otros- al igual que a mi- se les quedó tatuado en el "paladar de la memoria", el sabor y el olor de las arepas, trigo y avenas que nos cocinaba Chela en la cocina de la escuela. 

Quién no recuerda el sonido de la campana de la iglesia? A veces alegre, a veces triste; todo dependía de la ocasión. Nunca olvido el olor penetrante del cemento y el sonido agudo del martillo en la zapatería de Guaroa. El sabor y el olor del puerco asado preparado por Fausto o Jardín. Cómo olvidar a Lucho con una alto parlante, anunciando un clavo de película que luego veíamos, como si fuese lo mejor de Hollywood, en el Teatro de César. Se nos quedaron para siempre en la memoria las plumas de colores despampanantes de los Pavos Reales de Doña Nina Valerio. El aroma del tabaco del almacen de César Pérez. Casi todos vivimos por pasión o curiosidad, el sonido del bullicio que se originaba en la gallera y que se esparcía por todo el pueblo. El sonido, el color, el sabor y el olor de nuestro pueblo no son los mismos-diría alguien-. Los tiempos traen sus colores, sus sabores, sus olores, sus sonidos, pero no son eternos-diría yo- Son como la vida misma: fugaces!!!. Levanto una copa simbólica y brindo con todas las generaciones de baitoeros, por los recuerdos de los sabores, olores, colores y sonidos que se grabaron para siempre en nuestros "Discos Duros", y para que los sonidos, sabores, olores y colores del presente, hagan de nuestro Baitoa un arco iris con todos los matices posibles!!!!!!!

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