Llegó la hora.

El tiempo se ha detenido. La respiración de los animales también se detuvo. 
 Todo está en un eterno presente. Las palabras del oráculo se han consumado.
La cúspide de la evolución humana hecha carne.
El llanto del niño anuncia el pacto entre lo humano y lo divino. Al mismo tiempo devuelve todo al devenir del tiempo. Así lo ha querido su hacedor.
El niño tiene consciencia de su misión antes de desarrollar su cuerpo. Pero no puede manifestar su sabiduría. No puede mostrarle a los demás que sabe antes de hablarles.
Su misión es enseñar con el ejemplo. Dejar en el pasado las debilidades de la carne. Los instintos que nos atan a lo terrenal. Mostrarnos la eterna comunicación con su padre.
Pero sabe que pocos lo escucharán. Unos afortunados lo entenderán. Y los que lo entiendan sin haberlo visto, serán sus preferidos.
El es el enlace con su padre.
El niño abre los ojos y el eterno presente se rompe. El universo completo lo observa.
Su llanto es la manifestación de la carne. Pero su reflexión es que ha llegado la hora.
Sandy Valerio

LA VOZ OFICIAL DE BAITOA EN EL MUNDO